Tuesday, May 26, 2009

Soy mexicano...!?


Así la conciencia nos hace a todos cobardes.
Shakespeare, Hamlet

A lo largo de la historia ha causado mucha polémica y ha invadido en la mente de cantidad de teóricos sociales, el fulgor y poder que se cierne en las aglutinaciones humanas, desde el gran éxodo judío hasta los movimientos sociales del siglo XX; la “masa” ha sido objeto de diferentes análisis, por un lado la visión psicoanalista y por el otro el “game theory”, las dos posturas se ciñen en los ámbitos más diferentes para el estudio de la misma.

Con el fin de llegar a entender mejor este complejo social, en esta ocasión nos basaremos en gran medida en un texto, que a más de ser el más completo, logra sistematizar en alguna medida las circunstancias y dinámica que adquiere la masa en las diferentes naciones, religiones y hechos históricos. Elías Canetti siempre tuvo en su mente el por qué de los cambios sociales, en específico problematizaba una cuestión parecida a la tesis de Etienne de la Boétie, para ello basta citar un extracto de su Ensayo sobre la servidumbre voluntaria:

Mas ¡Oh buen Dios! ¿Qué título daremos a la suerte fatal que agobia a la humanidad? ¿Por qué
desgracia o por qué vicio, y vicio desgraciado, vemos a un sinnúmero de hombres, no obedientes,
sino serviles, no gobernados, sino tiranizados; sin poseer en propiedad ni bienes, ni padres, ni hijos, ni siquiera su propia existencia? Sufriendo los saqueos, las torpezas y las crueldades, no de un ejército enemigo, ni de una legión de bárbaros, contra los cuales hubiera que arriesgar la sangre y la vida, sino de Uno solo, que no es ni un Hércules ni un Sansón; de un hombrecillo, y con frecuencia el más cobarde y afeminado de la nación, que sin haber visto el polvo de las batallas, ni haber siquiera lidiado en los torneos, aspira nada menos que a gobernar los hombres por la fuerza, incapaz como es de servir vilmente a la menor mujercilla ¿Llamaremos a eso cobardía? ¿Llamaremos cobardes a los que así se dejan envilecer?[1]

Cabe mencionar la diferencia fundamental entre ambas tesis, por un lado La Boétie polemiza en torno a cómo es que gran cantidad de individuos ceden tanto y le dan tal poder a una sola persona, por el contrario a Canetti le interesan las razones por las cuales las personas se congregan en tal cantidad, independientemente si es por un solo líder o por una creencia religiosa, nacional, psicológica, entre otras; en cierta medida los dos llegan a la postura de que la búsqueda de tranquilidad existencial nos hace identificarnos con un tipo de masa o un líder.

Antes de continuar dilucidando la tesis de Canetti será muy provechoso recordar un evento que para el fue de suma importancia, precisamente es la lectura que él hace de un texto de Freud llamado Psicología de las masas y análisis del yo (1921), lo tilda directamente de superfluo y poco preciso, a diferencia de Canetti, Freud afirma que los grupos humanos se dan más por amor al prójimo, que por una inversión a ser tocado, con el fin de esclarecerlo aún más cotejaremos dos extractos de dichas posturas:

Solamente inmerso en la masa puede el hombre liberarse de este temor a ser tocado. Esta inversión del temor a ser tocado es característica de la masa[2]

Cuando el hombre pierde el amor del prójimo, de quien depende, pierde con ello su protección frente a muchos peligros, y ante todo se expone al riesgo de que este prójimo, más poderosos que él, le demuestre su superioridad en forma de castigo[3]

Observamos que en lo fundamental hay temor a quedarse fuera de las dinámicas sociales, la diferencia radica en que cómo se llega a ese estado, el primero es basado en el temor y el segundo, en la pérdida del amor al prójimo.

Desde 1930, año en que le Canetti la tesis de Freud no ceso de repensar su hipótesis contraria, lo que le llevó cerca de 30 años en concluir, logrando construir una teoría de la masa sistematizada, con contrastaciones históricas y minuciosa a niveles exorbitantes.

La manera en que va describiendo a la masa parte de lo general a lo particular, empezando primero que nada por describir el por qué de la misma, para empezar a ahondar en su tipología; por principio hace una diferencia entre masas cerradas y abiertas:

La compulsión a crecer es la primera y suprema característica de la masa. La masa natural es la masa abierta: su crecimiento no tiene límites prefijados. La masa cerrada busca establecerse, creando su propio espacio al limitarse[4]

Antes de entrar de lleno en la tipología de las masas, explicaremos qué es lo que incentiva a las personas a integrar las masas y es un instante el cual denominaremos descarga[5], ésta será el instante el cual todos los que forman la misma se sienten iguales, dejando sus diferencias de lado, por los mismo es el instante de mayor felicidad, ya que las diferencias étnico-raciales, político-sociales, económicas desaparecen.

La descarga, aunada a la inversión a ser tocado serán las piedras angulares por las que el espectro de la masa se generará, por lo mismo ésta tendrá una gran compulsión a crecer, la cual será su primera y máxima característica, pero en determinadas circunstancias provocará su misma destrucción; sí pretende crecer y su principal objetivo es éste, ¿qué pasará cuando ya no pueda crecer más?, lo elemental es la destrucción de la misma, es por eso que sufrirá la intranquilidad existencial de no poder dejar de crecer, aunque siempre conservará el miedo a dos cosas, por un lado a dejar de crecer y por el otro a la traición de quienes llegado el momento en que la masa se puede ver sometida, la desintegren.

Los orígenes de la masa los encontramos en las antiguas mutas[6], organizadas con fines muy elementales cómo el de cazar, protegerse de otros grupos humanos, hacer la guerra por algún territorio que cuenta con las riquezas suficientes que permiten la sobrevivencia del grupo, a su vez son organizaciones arcaicas tendientes a darle un valor alto a los ritos, basándose fuertemente en los tótems y tabús de las mismas.

Las mutas son el primer referente de las masas actuales, comparten atributos, pero la diferencia más importante estriba en que la segunda, para la dinámica actual aglutina a más personas, con rasgos diametralmente distintos entre los integrantes.

Los principales atributos de la masa son los siguientes:
a) La masa siempre quiere crecer
b) En el interior de la masa reina la igualdad
c) La masa ama la densidad
d) La masa necesita una dirección
De acuerdo a la tipología de las mismas, podemos encontrar diferentes características:
a) Impulso de destrucción (masa abierta)
b) El estallido es la repentina transición de una masa cerrada a una abierta
c) Sentimiento de persecución (masa abierta)
d) La repetición (masa cerrada)
e) Masa cerrada hacia afuera y en sí, es la masa como anillo
f) Masa lenta (religiosa, objetivos más allá)
g) Masa rápida (deportiva, política, objetivos tangibles)
h) Masa rítmica (igualdad y densidad), por el sonido de los pies al andar
i) Masa retenida (densidad), su principal objetivo es la descarga
j) Masa de acoso, de fuga, de prohibición, de inversión, festiva, de guerra
k) Por último habrá que aumentar, dos últimas características: los cristales de masa (son los que desencadenan las masas), y los símbolos de masa (recuerdos metafóricos de masas humanas, como: fuego, mar, lluvia, río, bosque, trigo, viento, arena, montones, montones de piedra, tesoro, etc.)

Más allá, de una tipología exhaustiva de las masas, es más enriquecedor encontrarle una viabilidad en la realidad, la podemos encontrar cuando hace referencia a las masas religiosas y nacionales.

Las religiosas, serán aquellas en las que la identidad se forma a partir de la búsqueda de un camino al más allá, es decir, son masas lentas, simulando a los ríos en los que no importa la densidad en un principio y mucho menos que crezca, el objetivo está dado al final, en la descarga que se dará a nivel metafórico al llegar al océano o al objetivo de determinada congregación; el mejor ejemplo lo podemos encontrar en la gran peregrinación a la Meca que hacen los musulmanes, la cual reúne a personas de todo el mundo, que aunque hayan arrancado solos en la peregrinación comienzan a aglutinarse al acercarse a la Meca, llegando a haber más de medio millón de personas en el encuentro final.

Las nacionales, se dan por medio de diferentes símbolos propios de determinada región, permitiendo así que cualquier grupo humano se cohesioné en torno a un objetivo común, por ejemplo encontramos que los Alemanes se identifican con el bosque y el ejército, formando parte fundamental en su carácter ordenado y disciplinado; los Franceses, se identifican con su gran Revolución, la que provocó que todos salieran a las calles buscando un mismo objetivo; los Ingleses se identifican más con el mar y el capitán del barco, el espíritu aventurero y dirigente de su nación se demuestra de ésta manera; por último para los Suizos sus montañas son fundamentales en su formación cultural, muestra de rectitud y trascendencia.

Con el fin de polemizar acerca de algo que pueda ser mucho más aprehensible para nosotros como mexicanos, asentaremos el análisis en un tema en particular del caso de México; evitando ser inmediatistas, no buscaré un caso coyuntural como el de un paro, marcha o movimiento dado en el país, intentaremos allegarnos al esfuerzo suscitado desde Bernardo de Balbuena en su texto La grandeza mexicana, hasta Octavio Paz en El laberinto de la soledad, pasando evidentemente por Vasconcelos y Samuel Ramos.

Las preguntas claves, que antes fueron aclaradas en el caso de países europeos parecen no dejar más que dudas e inconsistencias en el caso mexicano, y nos recurren las eternas preguntas de qué es lo mexicano? Y quiénes somos los mexicanos? O aún más importante, cuál es el centro de gravedad de la identidad mexicana?...

Octavio Paz hace un esfuerzo considerable, que si bien no resuelve la pregunta, nos acerca más a una posible respuesta:

Viejo o adolescente, criollo o mestizo, general, obrero o licenciado, el mexicano se me aparece como un ser que se encierra y se preserva: máscara el rostro y máscara la sonrisa. Plantado en su arisca soledad, espinoso y cortés a un tiempo, todo le sirve para defenderse: el silencio y la palabra, la cortesía y el desprecio, la ironía y la resignación. Tan celoso de su intimidad como de la ajena, ni siquiera se atreve a rozar con los ojos al vecino: una mirada puede desencadenar la cólera de esas almas cargadas de electricidad. Atraviesa la vida como desollado; todo puede herirle, palabras y sospecha de palabras. Su lenguaje está lleno de reticencias, de figuras y alusiones, de puntos suspensivos; en su silencio hay repliegues, matices, nubarrones, arco iris súbitos, amenazas indescifrables. Aun en la disputa prefiere la expresión velada a la injuria: “al buen entendedor pocas palabras”. En suma entre la realidad y su persona establece una muralla, no por invisible menos infranqueable, de impasibilidad y lejanía. El mexicano siempre está lejos, lejos del mundo y de los demás. Lejos, también de sí mismo.[7]

Será que el mexicano está tan ocupado en sus problemas internos que no pueda generarse una identidad propia, que se enriquezca de la influencia occidental europea y de los nativos americanos (los actuales indígenas); tenemos que articular una identidad que haga valorar al castellano como nuestro idioma mayoritario, pero no por eso referirnos a nuestras pirámides y vestigios Mayas o Aztecas como caducas y representaciones de un pasado mítico e irreal.
Uno de los problemas fundamentales que ha encontrado México en su constitución como identidad nacional, es precisamente el estar al lado de la primer potencia mundial en extremo nacionalista y un sur latinoamericano demasiado lejos como para convivir con nosotros, por tanto, esa dialéctica a más de afectarnos debería de enriquecernos, privilegiando en todo momento que étnica y racialmente nuestro epicentro se encuentra hacia el sur.

Es tanta la tiranía
de esta disimulación
que aunque de raros anhelos
se me hincha el corazón
tengo miradas de reto
y voz de resignación.
Canción popular

[1] Pág. 1-2.
[2] Canetti, Elías, Masa y Poder, ed. De Bolsillo, (trad. De Juan José del Solar), 2008, México. Pág. 70.
[3] Freud, Sigmund, El malestar en la cultura y otros ensayos, ed. Alianza, Madrid, 1973. Págs. 65-66.
[4] Canetti, Elías, Masa y Poder, págs. 71-72.
[5] Es por este instante de felicidad en el que ninguno es más ni mejor que el otro, como los hombres se convierten en masa. Ibíd. Pág. 74.
[6] Es una forma de excitación colectiva, vagan en hordas de reducido número de diez a veinte hombres. Lo que le falta de densidad los suplen con intensidad. El término proviene del latín, que significa movimiento. Ibídem. Pág. 173.
[7] Paz, Octavio, El laberinto de la soledad, ed. FCE, México, 1950. pág. 10

Saturday, May 23, 2009

¿Quién es el pueblo?

Si hubiera tenido que escoger el lugar de mi nacimiento, habría escogido una sociedad de grandeza limitada por la extensión de las facultades humanas, es decir, por la posibilidad de ser bien gobernada, y en la que, bastando cada cual a su empleo, nadie hubiera estado obligado a encomendar a otros las funciones de que estaba encargado; un Estado en el que, conociéndose todos los particulares entre sí, ni las maniobras oscuras del vicio, ni la modestia de la virtud hubieran podido sustraerse a las miradas y al juicio público, y en el que el dulce hábito de verse y conocerse, hiciera el amor a la patria, el amor por los ciudadanos, antes que el amor por la tierra.[1]

El devenir otro de la política en la actualidad, trajo consigo diferentes cambios en la forma de conceptualizarla, pero sobre todo en la misma forma en que sus dinámicas se llevan a cabo; el descentramiento de la política, ha provocado la inserción de nuevos y distintos actores, que con antelación no eran contemplados, lo anterior supone un problema de fondo, a preguntarnos directamente ¿a qué llamamos política en estos tiempos? Y con ello, hablamos también de los conceptos básicos en los que se enmarca la misma, como la libertad, igualdad, justicia, pueblo, entre otros.

El objetivo central de ésta polémica será centrarnos en la dinámica que ha adquirido la política, de la mano de Jacques Rancière supondremos una forma de conceptualizarla, criticando y radicalizando sus posturas, con el fin de dilucidar cuán viable es pensar a la política sin un telos o arkhé, tal como los clásicos y modernos solían hacerlo.

La problemática fundante de la política es la torsión incita que trae consigo la noción de pueblo, ya que éste se asume en democracia, como el principio cuantitativo mediante el cual el proceso tiene una vía posible de llevarse a cabo; centrándonos en un análisis cualitativo dilucidamos que al no tener ni virtud, ni riqueza, el pueblo se atribuye como propia la igualdad de todos los ciudadanos, ello le permite reconocerle la libertad a quienes no la poseen; esta última se convertirá en el medio por el cual, la parte de los sin parte, igualarán el medio de interlocución con lo establecido, no sólo a nivel discursivo, sino en las propias instituciones de la policía.

Por policía[2], entenderemos el conjunto de los procesos mediante los cuales se efectúan la agregación y el consentimiento de las colectividades, la organización de los poderes, la distribución de los lugares y funciones, y los sistemas de legitimación de esa distribución, es en su esencia la ley, generalmente implícita, que define la parte o ausencia de parte de las partes[3], en suma orden de lo visible y decible; lo anterior en contraposición total con la noción de política, es la actividad que tiene por principio la igualdad, el principio de igualdad se transforma en distribución de las partes de la comunidad[4].

Si bien la política estará ubicada en todos los conflictos de igualación de las partes sin parte, el litigio se basará en el desacuerdo[5] existente entre la policía y la política; todos estos procesos de igualación afectarán y serán el principio básico de disputa de la comunidad política, por la cuenta de sus partes, incluyendo las partes no contempladas.

Es así, como se instituye la comunidad de lo justo y de lo injusto, más allá del fin utilitario; con antelación lo mencionará Aristóteles, al hacer referencia a que el ser humano posee el logos y es uno de los puntos primordiales por los que se diferencia de los animales, ya que, a más de hacer sonidos de dolor o placer, los cualifica, dicho en otras palabras, rompe con el debate de lo justo y lo útil, allegándose así a una noción mucho más compleja, en la que el hombre dentro de la comunidad política, buscará la igualación de partes basándose en su concepción de lo justo.

Pero la existencia de los actores no constata el litigio entre partes, necesario para la existencia de la política, tiene antes que haber una lógica de igualación en conflicto con el orden policial; por ejemplo, no hay política porque los pobres se opongan a los ricos, antes bien, hay que decir, que es la política, la interrupción de los meros efectos de la dominación de los ricos, lo que hace existir a los pobres como identidad, es precisamente la distorsión, la que detiene el impulso de la corriente.

La lucha de clases comprueba el mecanismo por el cual se gesta la política, pero no sólo en ella se ve reflejada su acción, ya que habrá que contemplar, los diferentes movimientos en busca de igualdad ante el sistema policial; por lo tanto, podemos afirmar, que el conflicto político no se cierra a una desigualdad económica, sino a la misma institución de derechos y de legitimación discursiva de los mismos actores, de las partes de la parte y de las partes de los sin parte. Corroborando que una de los litigios fundamentales será, la cuantificación total de las partes del pueblo, en el que se ve limitada la cuantificación posible de la institución policial, al no contemplar las partes de los sin parte.

Es en estas circunstancias, cuando podemos polemizar el daño a la igualdad, puesto que por un lado tenemos una legitimación de la política en su búsqueda de la misma, pero por el otro, no podemos desconocer el dejo de igualdad inscrito en la propia dinámica policial, obteniendo así dos conclusiones, la política se afirma en la comunidad política con el afán igualitario, pero no le pertenece, logrando así una descentración clara, de la conceptualización cotidiana de la política, asumiendo su desfondamiento; radicalizando la postura, si la política se legitima únicamente con el litigio igualitario, ¿la no existencia del mismo anularía cualquier noción de política posible?, a sabiendas de que el desacuerdo esta sustentado en la propia institución del pueblo, siendo el que da cabida al origen del litigio; por el otro, el daño a la igualdad se valida con la propia disputa, sólo si convalidamos que hay una igualdad existente, ya que siempre las partes de la parte han sido contempladas, pero no de tal manera en que estén satisfechas las mismas, antes tendría que haber un proceso de desidentificación política.

El proceso de desidentifación política, es una subjetivación del lugar que me había colocado la institución policial, o el arrancamiento a la naturalidad de un lugar, con la apertura de un espacio de sujeto donde cualquiera puede contarse, porque es el espacio de una cuenta de los incontados, de una puesta en relación de una parte y una ausencia de parte. Por ejemplo, la consigna en diferentes mítines, cuando se hizo la protesta de Andrés Manuel López Obrador, en el momento en que estaba siendo sometido a un juicio de desafuero, por el cual ya no hubiera podido ser candidato, en el que las personas gritaban al unísono ¡Todos somos López!, asumiéndose como parte de los sin parte entre los posibles candidatos.

El caso particular más enigmático es la defensa de los derechos indígenas, a simple vista parece una insensatez, ya que esta por contado que son ciudadanos y como tal tienen derechos y obligaciones, pero debido a su condición socio-cultural, carecen de las ventajas de las que se sirve cualquier citadino, es por eso, que hubo la intención de elevar a nivel constitucional la defensa de sus derechos como un grupo desprotegido por parte del Estado de Derecho mexicano.

Sin embargo, podemos entender la voluntad política en estos términos, como el constante derecho a la revolución, pero ¿cual será el limite a la tolerancia de la diversidad? O en su defecto, la defensa a la intolerancia, lo inaceptable que puede ser la interlocución con grupos neonazis, por mencionar un grupo, puede dejar entrever un posible límite.

Pueblo no es más que la apariencia producida pos las sensaciones de placer y de pena manejadas por retóricos y sofistas, para acariciar o espantar al gran animal, la masa indistinta de la gente sin nada reunida en asamblea.[6]

Y sobre todo, en los procesos de igualación, no se esta contemplando la desigualdad de las propias capacidades en las personas, que a su vez forman grupos de disidencia política, pero en el fondo, no llegan en casos a ser más que personas incapaces buscando un lucro en la política, debido a su incapacidad natural de conseguirlo por otros medios.

Felicidad de dejarse llevar al mismo ritmo de un pueblo en marcha, de ser extranjeros sin serlo en un país dónde no hay más extranjeros que los enemigos de la felicidad humana.
Rancière, Jacques, Breves viajes al país del pueblo.

[1] Rousseau, Jean-Jacques, Sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres, ed. Alianza, reimpresión 2003, Madrid, pág. 207; Dedicatoria a la República de Ginebra.
[2] Según el diccionario Espasa Calpe, buen orden que se observa en los cuidados y nociones, cuando se cumplen las leyes u ordenanzas establecidas para su mejor gobierno.
[3] Rancière, Jacques, El desacuerdo, ed. Nueva Visión, Buenos Aires, diciembre de 1997, pág. 44.
[4] Ibíd. Pág. 7.
[5] Por desacuerdo se entenderá, un tipo determinado de situación de habla, aquella en que uno de los interlocutores entiende y a la vez no entiende lo que dice el otro. El desacuerdo no es el conflicto entre quien dice blanco y quien dice negro. Es el existente entre quien dice blanco y quien dice blanco pero no entiende lo mismo o no entiende que el otro dice lo mismo con el nombre de la blancura. Ibídem. Pág. 8.
[6] Ibídem. Pág. 23.